Democracia en Pandemia

Al concentrarse el poder en el Ejecutivo, los Estados de excepción les entregan facultades especiales a los gobernantes, por ello debe existir un equilibrio para evitar abusos que inhiben el rol natural de los otros poderes del Estado y de los distintos representantes ciudadanos, para controlar y fiscalizar los actos del gobierno.

Aquello fue parte del análisis en el conversatorio, “El Estado de la Democracia y los Derechos Humanos en América Latina a seis meses de la pandemia”, con Daniel Zovatto, director regional de América Latina y el Caribe de IDEA Internacional. Y es que esta inquietud no es sólo doméstica, sino transversal, y en especial se replica en nuestra región.

En Latinoamérica se ha concentrado de manera dolorosa la incapacidad de cobertura estatal de los sistemas de salud para responder a la alta demanda.

Cada país tuvo una distinta forma de controlar la crisis (marcada por el criterio personal de su gobernante) y la verdad es que los resultados no han sido buenos. No obstante, lo que además inquieta es la posibilidad del manejo de esta pandemia a espaldas de sus habitantes, ocultando o transgrediendo información oficial, dando espacio a mayores arbitrariedades en materia de derechos humanos.

La comunidad tiene la responsabilidad del auto cuidado, mientras a sus gobernantes les corresponde procurar las condiciones para esto, ahí el control debe estar en que estas medidas se proporcionen sin discriminación ni violentando sus derechos intrínsecos.  

Parte de esta advertencia es recogida en la declaración “Cuidemos la democracia para que no sea víctima de la pandemia”, suscrita por 160 líderes de América Latina y en la cual me hice parte como presidente del Parlamento Latinoamericano y Caribeño, Parlatino.

En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Democracia, buscamos relevar que la irrupción del COVID resaltó aún más los niveles de inequidad y el retroceso que aquello significa exige “actuar para fortalecer sus democracias, vigilando de cerca los poderes ejecutivos de emergencia, asegurando que las elecciones postergadas se realicen, combatiendo la desigualdad social y la pobreza que han favorecido la emergencia de políticos populistas y autocráticos”.   

La democracia se fortalece con más democracia, por ello es fundamental que, a pesar de la pandemia, de las medidas de excepción y del distanciamiento, seamos capaces de tener mecanismos e instancias de participación ciudadana en la toma de decisiones. La ausencia de esa premisa ha pasado la cuenta en estos largos meses de pandemia, cuando se trabajó bajo un modelo monárquico de acción: no se tomó en cuenta a alcaldes, gremios, ni a los propios aliados.

Ese castillo de naipes lo derrumbó la evidente ineficiencia en la respuesta del Estado, tanto a nivel sanitario como respecto de la protección social, reafirmando que tan importante como las decisiones del gobierno de turno, es el rol del Congreso, la academia, las distintas organizaciones y representantes de ciudadanos en tiempo de pandemia son el contrapeso a la potestad que ejerce La Moneda.

Ya sea respecto a las medidas sanitarias y cómo se enfrenta el drama social, debemos considerar lo significativo que es implementar ese espacio ante la apremiante necesidad de los ciudadanos de tener alguna injerencia en las medidas que aborden los problemas que los afectan. 

Por nuestra parte, en el Parlamento trabajamos para fortalecer el control a los actos del Gobierno, permitirle contar con herramientas que ayuden a los chilenos afectados, pero que aquellos instrumentos no den espacio a opacidad en el uso de esos recursos.

En ese sentido, durante la tramitación del Presupuesto 2021 seremos aún más rigurosos en obligar al Ejecutivo en la entrega de los detalles de la ejecución de fondos fiscales y evitar arbitrariedades en un año que estará marcado por los esfuerzos de reactivación económica y reconstrucción del empleo.  Pero no sólo eso, sino que además se dará en el contexto de período electoral que determinará autoridades locales, regionales y nacionales.

Pues bien, si logramos generar esa proporción de participación para no enfermar a nuestras democracias, podemos pensar con confianza en salir fortalecidos de esta crisis, porque lo que está claro es que las medidas autoritarias no sirven.

Es fundamental tomar nota que circunstancias como éstas no se pueden manejar de manera unilateral, deben considerarse responsabilidades compartidas. Si logramos ese equilibrio, entonces podemos ser optimistas.

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