El Jaguar de Latinoamérica

Carreteras, calles, puertos, islas, cárceles y montañas. La democracia no fue recuperada, fue devuelta por su captor cuando cambió la estrategia de control. Nos creímos ganadores, pero  mordimos la manzana envenenada que dejó una bruja y cuando despertamos, teníamos esto: una democracia  que deja a sus criaturas abandonadas a su propia suerte, a merced de las olas de la vejez y de las enfermedades, como diría Parra. 

A nadie podemos culpar ahora, los que mataban en nombre de la libertad, hoy matan en nombre del desarrollo y el progreso.  En pleno mandato  democrático, un animador chileno se hizo de unas  Islas con el propósito de instalar allí un complejo turístico, mientras que, el mismo gobierno anunciaba la novedad de que los ciudadanos tendrían que pagar por transitar en las calles. Así es el jaguar de Latinoamérica, ingenuo, desprendido, y permisivo, un ejemplo democrático.

Gracias, elite.

No es secreto que el estado actual del mundo y de Chile  es catastrófico. Pienso en el chantaje emocional de los consorcios empresariales que sostienen - amenazantemente - que el aumento en el sueldo mínimo afectará la contratación de las personas; en la agudización de  las injusticias sociales; en el desequilibrio brutal en la distribución de la riqueza; en la degradación sostenida del medio ambiente; en el político que se olvida que su función es pública, y no  estrictamente privada…

… Y en mil  causas que permiten ponernos de acuerdo fácilmente sobre la desesperanza del orden actual de las cosas y, sin embargo, sin saber a ciencia cierta por qué, siempre nos conformamos y resolvemos por mantener una postura pacífica frente a determinadas injusticias, aun sabiendo que las decisiones tomadas por nuestros amos, nunca son considerando lo mejor para nosotros: dominados-ciudadanos.

Pero son miopes, tienen la firme convicción de que nos están haciendo un favor, y su conciencia está limpia, porque asumen la noble labor de regular nuestros actos, en pos de una sociedad mejor.

El conformismo no es una cuestión novedosa, en 1919 Weber ya anunciaba respuestas al  fenómeno de la obediencia - dominación, pero, ¿qué pasa cuando la decisión del que encabeza la dominación genera efectos adversos en la sociedad? 

Diría Weber, “Cuando las consecuencias de una acción movida por la ética de la convicción son malas, quien la ejecutó no se siente responsable por ellas, sino que responsabiliza al mundo o a la voluntad de Dios”

Pareciera que la voluntad de Dios, opera siempre como excusa ineludible, la voluntad de  Dios da para todo. La voluntad de Dios en cuanto presupuesto inevitable de dominación.

Pareciera que la obediencia radica principalmente en el miedo de ser libre, de ser responsables por nuestros propios actos y de sus efectos, argumento perfecto para que la elite, seria y responsable, asuma la labor de administrar nuestra libertad, la verdad, y las reglas de la justicia, exigiéndonos a cambio trabajo, adoración, obediencia y sobre todo gratitud.

¿Por qué obedecemos? porque no nos queda otra,  integración o muerte. Resulta imposible desobedecer, pues la sanción es inmediata, y demasiado dura. Humillación, despido, exclusión, y marginación, para todos los mal agradecidos.

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