El Regionalismo en tiempos de Chile Vamos

Al hablar de regionalismo y tratar de comprender este concepto, nos encontramos con una serie de definiciones. Algunas subjetivas que hablan del amor y cariño que se tiene por determinados lugares y que tiene que ver con sus costumbres, culturas e idiosincrasia en general. Mientras que otras van por la corriente de fortalecer una organización del Estado que se adecúe a las características, necesidades y condiciones determinadas de una o varias regiones. 

En política, muchas veces se hace referencia a las ideologías que tienen como objeto la defensa y valoración de cada región y de sus características distintivas, la cual surge como reacción al centralismo y que plantea exigir al Estado políticas que atiendan las necesidades específicas locales y que redistribuya de manera justa la renta nacional. En fácil, que haya acciones políticas concretas. 

Por lo mismo, surgen dos preguntas: en tiempos de Chile Vamos en el Gobierno, ¿se está atendiendo al regionalismo y a las necesidades y exigencias de personas que habitan a lo largo de estos más de 4.000 kilómetros de tierra?

Y, lo otro, ¿qué medidas concretas ha adoptado la administración del Presidente Sebastián Piñera tendientes a fortalecer la cultura e identidad de las 16 regiones del país? 

Con seguridad, muchos actores del oficialismo dirán y tratarán de enumerar una serie de medidas diversas. Sin perjuicio de aquello, ¿todas estas acciones están coordinadas en un programa armónico que vaya en respuesta a este clamor de tantos millones de chilenos por largos años? 

En el caso del Partido de los Regionalista e Independientes (PRI), colectividad que forma parte de Chile Vamos, nos preguntamos, ¿cómo es posible que la entidad que promueve el regionalismo no tenga espacio en los Gobiernos Regionales que administra el actual Gobierno?  

En época de campaña todo suma a la hora incorporar voluntades y conquistar votos. Sin embargo, en la práctica, el Gobierno de Chile Vamos sigue estando al debe con el regionalismo. 

Lo bueno y esperanzador de todo, es que aún se está a tiempo de mejorar y de enmendar el rumbo, dejando atrás el centralismo y fortaleciendo las transferencias de facultades a los futuros Gobernadores Regionales.

Para esto es prioritario acelerar el trabajo de la mesa convocada por el Ejecutivo en torno a mejorar la paupérrima ley aprobada por el Congreso, la que evidenció que más que un interés real de fortalecer el regionalismo, esta legislación surgió como una respuesta “a la rápida”, al más puro estilo del “Chilean way” y con un Congreso Nacional con baja popularidad y de dificultades para la clase política. 

Finalmente, tal como leyó al comienzo de esta columna, ya sea que usted entienda el regionalismo como amor y cariño por la tierra y costumbres en donde nació o vive, o ya sea que usted entienda regionalismo como el trabajo serio y sistemático de fortalecer la capacidad de decisión de las personas y autoridades de cada región, lo claro es que el denominador común y lo realmente importante es que faltan “acciones concretas” de parte del Gobierno de Chile Vamos para ser parte de el. 

Pensamos empíricamente en quiénes son sus aliados y quienes levantan las banderas de la descentralización, con miras a un mayor empoderamiento de las personas que habitan un determinado lugar a lo largo y ancho de este hermoso país. 

De manera que repetimos la interrogante, ¿para dónde va el regionalismo en tiempos de Chile Vamos? La verdad, no lo sabemos.

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