Ingreso familiar de Emergencia y un Estado jibarizado

Hace un par de semanas pedíamos que este Gobierno dejara su estrategia especulativa. Pero aquello sólo se profundizó. Así como la vocería en base a slogans contradictorios, cuya nefasta consecuencia está afectando a más y más compatriotas.

Este miércoles tuvimos un peak de 2.660 nuevos infectados en un día, y se ha decretado cuarentena para más de 8 millones de personas, mientras La Moneda niega aumentar la ayuda para que las personas más vulnerables puedan efectivamente evitar la propagación del virus y poner en práctica el ya utópico #quédateencasa.

Esa falsa dicotomía entre sana economía y bienestar que instalaron algunos en desmedro de un Estado más fuerte es la que nos está pasando la cuenta. Porque aunque se afirma que no existe evidencia  comprobada que el incremento en personas contagiadas sea debido al empeño del gobierno de acelerar una nueva normalidad  abriendo el comercio suntuario,  muchas familias  ahora enfrentan el virus en sus casas luego que uno de sus integrantes debió acudir a su empleo, pese al avance de la pandemia en todo el territorio nacional.

Mientras, en nombre de esa futura reactivación se restringen fondos ya comprometidos ante la ciudadanía para apoyar a las familias más vulnerables, las que hacen su sustento día a día y que por ende se enfrentan a esta real decisión  entre trabajar o cuidar su salud.  De eso se trata la exigencia nuestra desde la Oposición respecto el Ingreso de Emergencia. No es una batalla de trincheras.

Lamentablemente algunos quisieron destacar lo álgido de la discusión parlamentaria para evitar sincerar lo obvio: ese monto que el gobierno se negó aumentar a 80 mil pesos mensuales por un trimestre, será entregado de forma decreciente y a un grupo de personas que pudo ampliarse más aún, lo que a todas luces no contribuye a las medidas sanitarias que insistimos procurar.

La lógica que imperó para esta solución fue la del seguro de desempleo y ayuda por goteo. Una medida que no se pudo sacudir el hálito asistencialista como una connotación negativa, ayuda sin ningún propósito ni objetivo.  Es tan simple como que necesitamos asegurar que todos tengan la posibilidad de cuidarse. Es un básico de las garantías que debe entregar el Estado e implementar el gobierno.

Esta ayuda es esencial y debe satisfacer un objetivo claro. Sin embargo, según varios representantes del Ejecutivo, algunos nos empeñamos en dejar sin ese beneficio a los 2,7 millones de compatriotas. Pero lo único que hemos recalcado es que existe espacio para mayor gasto público.

Una emergencia de este tipo se enfrenta con altura de miras y unidad, esa que busca consenso para salir de un momento complejo, no aquella del emplazamiento constante ilegitimando a su contraparte.

Esta no es una crisis meramente política ni económica, sino la más compleja porque las alternativas barajadas siempre involucran la salud de los chilenos y como estamos viendo, se trata de vida o muerte.

Eso es lo delicado de esta especulación por la cual opta el Ejecutivo,  eso de esconder la billetera fiscal. No me afirmo en la lógica de barra brava con que nos descalifica el gobierno, sino en cálculos que el propio Ejecutivo conoce y ha manifestado.

Pero si según La Moneda, nuestros argumentos se basan meramente en la obstrucción, le recomiendo a nuestros interlocutores las palabras del ex presidente del Banco Central, Roberto Zahler, quien afirma que el Gobierno no quiere aumentar el gasto público meramente por razones ideológicas.

Y si no nos quiere escuchar, podría poner atención a la Cepal que recomendó contemplar transferencias monetarias inmediatas para sectores más amplios de la población. Y si el gobierno quiere seguir en su lógica,  podría leer a Mario Waissbluth,  quien también nos da la razón respecto que Chile todavía tiene espacio para adquirir el doble de deuda pública. Y claro, concuerdo con que lo único que se ha logrado es mantener a familias angustiadas con este tira y afloja.

Esta tramitación no ha sido una medición de fuerzas y como dijo Benito Baranda al respecto,  el Gobierno y su veto es una estrategia de "ganar perdiendo".

Pero insistimos, el objetivo que hemos empujado es mejorar la respuesta del Estado, que sea oportuna, efectiva y acorde a las necesidades de los sectores que lo necesitan, pero también elemental para poder llegar a esa reactivación económica para todos.

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