Que la crisis la paguen los ricos

La crisis sanitaria en curso se representa en múltiples aspectos, siendo el más cruel de todos la pérdida de cientos de miles de vidas. Sin embargo, los efectos de esta pandemia ya remecen los salarios, pensiones y empleos de las y los trabajadores del país, el cual a su vez se encuentra dentro el ranking de los más desiguales del mundo y de más débil modelo de protección social, lo cual abre la pregunta: ¿quién terminará pagando esta crisis?

Previo a esta pandemia importantes potencias advertían un 2020 de recesión económica, cuyo efecto en los empleos y pensiones ya se expresaba en crisis sociales agudas. Todo esto ocurría mientras la ciencia difundía evidencia de que al ritmo del capitalismo en pocas décadas la humanidad padecerá de manera generalizada la escasez de agua, alimentos, energía y materias primas. Esto último en cerca de 200 años de desarrollo acelerado de este modo de producción.

¿A donde se ha ido la riqueza obtenida de tanta voracidad explotadora con el trabajo humano y los recursos del planeta en tan poco tiempo? Cifras demuestran que el 99% de la humanidad posee la mitad de la riqueza que ostenta el 1% restante, cuyo núcleo no son más de 100 multimillonarios.

En Chile el 72% de los recursos están en manos del 20% de la población, el 1% más rico concentra más del 30% de las riquezas totales del país, y de estas el 30% está en manos de 10 multimillonarios entre los cuales figura Sebastián Piñera, quien comparte podio con los principales recaudadores de las utilidades siempre abultadas del sistema privado de salud y de nuestros fondos de pensiones.

A razón de los efectos de la pandemia, el mismo FMI que asemeja la crisis en curso con la recesión de 1929, hoy advierte un retroceso del 4,5% del PIB chileno, el doble de lo reconocido por el Banco Central.

Con esta estructura social y el raquítico sistema de seguridad social que permanece, la pandemia empuja a Chile a una crisis humanitaria que golpeará con dureza a millones de trabajadores y trabajadoras.

Esto, claro, de prevalecer la posición del gobierno presidido por quien figura en los top ten de los multimillonarios del país, y quien pretende utilizar nuestros fondos de cesantía y los escasos recursos del Estado para rescatar el modelo productivo a costa de recortes sociales como lo advirtió el mismo ministro de Hacienda.

Para que esta crisis no la paguen las y los trabajadores no hay más camino que cobrar impuestos a la riqueza del 1% más acaudalado del país, aumentar la recaudación fiscal y asegurar con ello un ingreso básico y ético con foco en trabajadoras y trabajadores independientes, informales y honorarios, además de las pequeñas y medianas empresas que no puedan funcionar con normalidad, prohibiendo los despidos a cualquier evento hasta el fin de la pandemia.

Se debe legislar también para recuperar recursos de las utilidades de las AFP que permitan compensar las vertiginosas pérdidas en los ahorros de las personas y las bajas pensiones de actuales jubilados.

Sumado a lo anterior, ad portas de un inminente colapso del sistema sanitario, y tal cual lo han decidido incluso gobiernos neoliberales en el mundo, disponer de la red privada de salud para ayudar a garantizar la vida de nuestro pueblo.

Para un tratamiento definitivo de la peor enfermedad de Chile, que es la desigualdad, resulta urgente recuperar el debate sobre los principios de una sociedad pos-capitalista y su construcción en todo aspecto, para cuyos cimientos también será importante que esta crisis la paguen los ricos.

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