¿Vamos a volver?

El domingo, en Argentina, se celebraron las PASO. Si bien, nada está dicho aún, este proceso de primarias anuncia una tendencia clara al triunfo, en octubre, del Frente de Todos encabezado por la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández que superó por 15 puntos al oficialismo encabezado por el actual presidente Mauricio Macri y su compañero de fórmula Miguel Pichetto. 

“¡Oh, vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver!” Miles de almas coreaban en el búnker de la coalición del Frente de Todos mientras esperaban los resultados. ¿Volver a qué?

Si bien, la llamada “década ganada” logró avances en términos de independencia económica y consolidación de derechos sociales, la Argentina de 2003, no es igual a la de 2009, que a su vez no es igual a la de 2014, ni mucho menos se compara con la de 2019.

El escenario político argentino siempre ha sido peculiar, eso conlleva a que tanto los actores políticos como la situación económica del país requieran especial atención a la hora de atender el cómo llegamos hasta aquí. 

La gran virtud de la oposición no fue buscar el retorno a momentos anteriores, sino que se hizo cargo del aquí y del ahora para proponer un futuro en común y logró amalgamar la diversidad mayoritaria del país que antes no estaba necesariamente en la misma embarcación. Esto no supone en ningún caso que borró con el codo lo antes obrado, la política es motor de emociones y es evidente que la identidad peronista jugó un rol protagónico en esta campaña, con la novedad que ahora el proyecto nacional y popular asociado históricamente a la raíz del peronismo se superó a si mismo, caminando junto a organizaciones del campo identificado con la izquierda popular.

Estas últimas, que jugaron un rol de oposición crítica en los gobiernos de Néstor y Cristina, hoy compitieron dentro del Frente de Todos y, en definitiva, lograron refrescar -en términos políticos- lo que pudo haber sido el “vamos a volver” así sin más. 

La composición del Frente de Todos aspira a una nuevo camino que supere incluso la década del Kirchnerismo, vocación propia del camino levantado por Néstor y Cristina. La convocatoria sumó a distintos sectores del progresismo argentino, obligando a los sectores más conservadores del peronismo, a comprometerse en un nuevo pacto social, con un contundente recambio generacional político para Argentina, con La Cámpora - parte de la “década ganada”- y el Frente Patria Grande, izquierda popular, en primera línea. Es evidente la posición de la ex presidenta Fernández, que cede protagonismo la misma noche del triunfo de las PASO dando tribuna a figuras como Axel Kicillof, Matías Lammens, Ofelia Fernández, Mayra Mendoza, Anabel Fernández, Juan Grabois e Itai Hagman.

No hay acciones aleatorias cuando el futuro del país se juega en tres meses, es importante ver que acá hay un diseño político, para que la gente, para que las y los argentinos voten por el futuro y no por el mal menor.

El Frente Amplio y los sectores del campo popular, progresistas y de izquierdas tomamos nota: unidad no es sumar siglas de una diversidad de organizaciones, se trata de un nuevo pacto social, de nuevos acuerdos, de nuevas miradas, no de juntarse porque sí, se requiere cambiar las reglas del juego.

Esa mirada, es la que los partidos “del orden” de la Concertación no logran entender, el superarse a si mismos por y para Chile.

Cristina Fernández da gran lección a los líderes de los viejos partidos del orden, que aún pretenden volver a los noventa, sin voluntad de construir futuro. 

Las condiciones económicas de Argentina no son muy alentadoras, por tanto, el desafío del futuro gobierno no es menor.

Sin embargo, las últimas declaraciones del Presidente Mauricio Macri, culpando a los votantes, a la democracia y al futuro gobierno, poco colaboran con el clima democrático y la responsabilidad inherentes a los gobernantes, pero además, han demostrado que las políticas de recortes no han resuelto ningún problema, ni el problema de la deuda fiscal, ni el de la devaluación de la moneda, ni el de las familias argentinas.

Gobernar significa hacerse cargo de las decisiones políticas, el manejo de la situación económica es exclusiva responsabilidad el gobierno.

La caída de los mercados del día lunes tras las PASO, el desplome de la Bolsa en Argentina y la abrupta devaluación es por la incapacidad del actual mandatario de dar certezas a sus aliados, el Fondo Monetario Internacional, las multinacionales y el mercado especulativo en general.

Por donde se mire el resultado electoral es de exclusiva responsabilidad de quien encabeza el gobierno, no de lo que fue, lo que pudo ser, ni de lo que será. 

Los últimos cuatro años, en comparación con administraciones anteriores, han estado marcados por un preocupante aumento de la pobreza, aguda represión de la manifestación social y holgado endeudamiento del país. Repetimos una obviedad, no será fácil gobernar los próximos cuatro años, se requerirá claridad política y económica para enfrentar el desastre del macrismo, no hay espacio para maximalismos, sino para realidad política.

Esa es la gran tarea de esta nueva generación que hoy está dispuesta a conducir un gobierno nacional y popular, mujeres y hombres peronistas, progresistas y de izquierdas, que están dispuestos a un nuevo pacto social que ponga a las y los argentinos como protagonistas para que nunca más gobierne el FMI en Argentina.

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