¿Y si fuera la Araucanía?

El resultado negativo del plebiscito en Colombia para ratificar el acuerdo de paz con las FARC ha causado desazón en el mundo, como si la sola paz justificara cualquier acuerdo.

Anteriormente, la aprobación del Brexit causó un sinsabor parecido porque para todos era evidente que la unión siempre es mejor que la separación, pero los ingleses, como los colombianos, decidieron otra cosa.

Queda el consuelo de un resultado estrecho, pero que sólo sirve como consuelo porque en definitiva se pierde o se gana, pero en democracia no existen los empates. El pueblo habla y al pueblo se le acata, sin ninguna otra interpretación.

Tras ambos eventos nos vimos inundados de analistas comentando los detalles de cada votación como si fueran asuntos que nos afectaran directamente, pero como sucede siempre con las noticias, al cabo de dos o días estos asuntos son reemplazados por nuevas preocupaciones.

¿Pero qué sucedería si en lugar de tratarse de un asunto que ocurre en un país lejano fuera un proceso político en nuestro propio país?  Como primera observación, el asunto no podría ser convertido en una caricatura y nos daríamos cuenta rápidamente de la cantidad de matices que rodean las decisiones difíciles.  No es el Sí o el No a una dictadura, es mantener una unidad política, es confirmar un proceso de paz.

Frente a estas características, lo más cercano que podemos encontrar en nuestra propia realidad es el caso de la Araucanía. No hay que preocuparse mucho en todo caso, porque la única autoridad que puede convocar a un plebiscito es el Presidente de la República y no existen las condiciones políticas para forzarlo a hacer esta convocatoria.

Sin embargo, es un hecho que hay grupos que verían con buenos ojos una mayor autonomía de la Araucanía e incluso eventualmente su salida del Estado chileno.  Es improbable pero no imposible.

Del mismo modo, es un hecho también que en esa zona operan grupos armados. En el futuro se podría cambiar la actual política de represión por un acuerdo de paz que considere la entrega de determinadas garantías a quienes opten por dejar las armas.

Ambas materias podrían ser un buen motivo para un plebiscito nacional.  Presentado así el escenario resulta mucho más fácil comprender los resultados de los plebiscitos en Colombia y el Reino Unido, porque cuando se trata de problemas conocidos más o menos de cerca se entiende la cantidad de matices que determina una decisión, y mucho más cuando se pasa como país por un proceso en el que unos y otros nos tratan de convencer de las ventajas de la primera o la segunda decisión.

La democracia no es fácil y se hace aún más difícil cuando se la trata de reducir a una caricatura en blanco y negro, pero eso es precisamente cuando recurrimos a conceptos como la paz y la unidad para analizar lo que pasa en otras naciones.

Es precisamente por eso que el ejercicio de la democracia requiere toda la información posible, y es también el motivo por el que preocupa el afán de las candidaturas de esconder cualquier antecedente que pudiera resultar conflictivo a los ojos del electorado, incluyendo por supuesto la militancia política del candidato.

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