Esta crisis sanitaria nos está dando lecciones a nivel local, regional y mundial. Si bien como estrategia de salud varios de los países hegemónicos cerraron sus fronteras de forma exitosa para evitar la propagación del virus, es de esperar que aquello no vaya en perjuicio del multilateralismo como forma de trabajo conjunto.
Es evidente y así lo hemos discutido a nivel del Parlamento Latinoamericano y Europeo, Eurolat, que el impacto de la pandemia en las relaciones con el subcontinente está teniendo efectos devastadores a todo nivel.
Lamentablemente en la mayor parte de los países de la región se está produciendo un colapso de los sistemas e infraestructuras sanitarias, ello acompañado de una ausencia de campañas preventivas que hayan dado resultado en países como Brasil, México o Chile.
Y donde al parecer fueron los mismos administradores del Estado quienes no afrontaron el avance de la infección, sino que con discursos que hoy padecemos, contribuyeron a agravar la situación en estos tres países con alto nivel de contagio.
Anímica y estructuralmente América Latina no será la misma después de esta calamidad ocasionada por el coronavirus, que deja al continente en una delicada situación, dando incluso pie a uno de los peores escenarios como el riesgo al resurgimiento de nacionalismos y voces que busquen cerrar los países en vez de unirlos. Esta pandemia significará sin duda un cambio político, social y cultural.
A nivel parlamentario la preocupación deberá en paralelo, con medidas de urgencia, ampliarse a lo que va a suceder después de la crisis sanitaria, ya que ésta va de la mano con la crisis social y económica.
Hoy es incoherente obviar que habrá un retroceso en la lucha contra el hambre, por lo que el reto de la reconstrucción será gigantesco para los gobiernos. Proceso que no debiéramos enfrentar en solitario.
Por ello va a ser más necesario que nunca el fortalecimiento del multilateralismo, no vemos otra manera de plantarse ante este escenario sino a partir de la unidad desde Latinoamérica, pero también con Europa y las grandes potencias. Ningún país sale si no es con la colaboración del resto.
Así también lo planteé en el Diálogo Virtual entre Presidentes de Poderes Legislativos de Latinoamérica, donde insistí en la lamentable ausencia de acción en la que han caído los organismos de la zona.
Mi preocupación es por la falta de funcionamiento de entidades de integración como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), que serían claves en el diálogo para soluciones perentorias, trabajando desde la integración para en conjunto superar esta severa crisis.
Latinoamérica enfrenta altísimos desafíos pos COVID-19 y ése ha sido el foco desde el Parlamento Latinoamericano y Caribeño, PARLATINO.
Esta pandemia nos llegó como un golpe en la cabeza, ya que vamos a tener en la región un aumento de la pobreza, falta de alimentos y mayor desnutrición infantil.
A ello, no podemos dejar fuera el fenómeno del derecho a migración que en muchos de nuestros países no está resuelto, y se agudiza al existir gran cantidad de ciudadanos que quieren volver a su lugar de origen y no pueden porque las fronteras están cerradas por la crisis sanitaria.
Limitarnos sólo a confiar que cada gobierno de manera unilateral y aislada contribuya a superar esta crisis mundial no es una alternativa.
Debemos mantener activas las instancias en sus órganos trabajando con el Foro Parlamentario de Países Africanos, Latinoamericanos y Caribeños (AFROLAC), la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (EUROLAT) y manteniendo contactos con la Unión Interparlamentaria (UIP) para identificar alternativas al difícil momento que atraviesa la humanidad.
Aquello es crucial porque sin duda, los Parlamentos están llamados a ser la voz de conciencia de los poderes Ejecutivos para la búsqueda de soluciones a los graves problemas sociales que se agudizan con la actual y cruel emergencia sanitaria mundial.
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