Recientemente, el diputado Gabriel Boric declaró estar en tratamiento por un Trastorno Obsesivo-Compulsivo (conocido por su sigla TOC). ¿Qué es el TOC? Es una enfermedad psiquiátrica que provoca ciertas obsesiones o pensamientos recurrentes, como por ejemplo, la preocupación por la limpieza lavándose las manos seguidamente o volver repetidamente a mirar si cerraste la llave del gas, entre otros.
Estas compulsiones o acciones son seguidas y el individuo no las puede evitar siendo muy invalidante. A veces es leve pero otras muy severo, teniendo que ser tratado con medicamentos y psicoterapia.
El sólo reconocimiento de Gabriel Boric de su padecimiento, generó polémicos cuestionamientos en redes sociales sobre su capacidad idónea para ser diputado, dedicarse a la política. Peor aun, considerando su militancia política, fue cuestionado si se iba a atender por Fonasa o Isapre.
Las preguntas planteadas en las redes son al final del día, las que enfrenta cualquier chileno que padece una enfermedad mental.
¿Perderé mi trabajo si se enteran?, ¿podré pagar el tratamiento?, ¿las personas hablarán mal y dejarán de confiar en mí? El problema de Boric es el mismo de miles de chilenos y chilenas.
El primer temor a ser discriminados es real. Los problemas de salud mental son la primera causa en el mundo de años perdidos por discapacidad o muerte. Casi un millón de personas cometen suicidio al año en el mundo, según datos de OMS.
Es un hecho que los pacientes con enfermedades mentales sufren tal discriminación, que les impide buscar ayuda y tratamiento oportuno, disminuyendo sus posibilidades de mejorar.
Desde el punto de vista médico, una enfermedad mental es como cualquier otra enfermedad, puede ser diagnosticada y tratada, algunos pacientes requieren tratamientos crónicos y otros no. Lo mismo sucede con la diabetes, el VIH o las enfermedades cardíacas.
¿Alguien cuestionaría la habilidad del diputado Boric para trabajar en el congreso si hubiera sido diagnosticado de diabetes? ¿O si fuera hipertenso? Las enfermedades mentales cargan con un injustificado estigma que, como todo estigma, no tiene base racional ni científica.
A nivel global, los países más pobres o en vías de desarrollo tienen la mayor carencia de profesionales y prestaciones en salud mental.
A nivel local, también existen diferencias. Según datos de la OMS-MINSAL, el acceso a tratamiento de salud mental de los beneficiarios de ISAPRES es 8 veces superior al de los de FONASA.
Sin embargo, a la hora de una licencia, la tasa de rechazo de las Isapres por enfermedad mental es 38.1% y en Fonasa 11.9 % (datos SUSESO). Es decir, si bien hay acceso, hay mucho rechazo sobre la necesidad de dar un descanso laboral y tratamiento.
La salud mental es un inconveniente grave hoy. Todo indica que será un problema aún mayor en el futuro, dado que los países que se desarrollan económicamente como Chile, tienen un aumento en las enfermedades crónicas y disminuyen las agudas o infecciosas.
Será un problema más grave aún si no se toman en forma oportuna las medidas destinadas aumentar profesionales disponibles (si bien hay 171 psicólogos por cada 100.000 habitantes, sólo hay siete psiquiatras o tres enfermeras para el mismo número de pacientes (Fuente OMS).
Por su parte, aumentar el presupuesto en salud mental dado que representa 15% de los años que los chilenos pierden por discapacidad o muerte prematura pero se lleva sólo 2.4% del item de salud. (OMS)
Es de esperar que lo sucedido a Gabriel Boric termine siendo una “buena noticia” para el sistema de salud.
Que permita instalar un debate sano y con altura de miras, que avance hacia la normalización de los problemas de salud mental, ponga fin al estigma injustificado y genere una mayor compresión del problema y más acceso a los tratamientos que estos pacientes necesitan.
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