El reciente 03 de diciembre se cumplieron 70 años de la creación del Colegio Médico de Chile.
Para ser justos y agradecidos, también se celebra el Día de la secretaria, que para quienes hemos hecho una gran parte de nuestra vida el servicio público, han sido esenciales en nuestro trabajo. Para ellas, a través de estas líneas, mi total gratitud por su ejemplo de lealtad y eficiencia que no se repite en todos los países. Doy fe de esto por 55 años de parlamentario y 20 años de ejercicio de la medicina.
En cuanto a nuestro Colegio Médico, debemos reconocer tres cualidades que le han dado el respeto de la ciudadanía y de los pacientes que es su deber primario, tanto como institución.
Su universalidad, ya que prácticamente la totalidad de los médicos pertenecemos a el, y recordar que existió un tiempo en que no era obligatorio para ejercer.
Su capacidad organizativa, ya que muy raramente han existidos divisiones, expulsiones o creación de colegios paralelos.
Su generosidad para colocar siempre el bien del país antes que el interés personal o grupal. El caso más notable fue la organización de los colegios profesionales y luego la Asamblea de la Civilidad en plena dictadura civil- militar de derecha.
Su apoyo a las sociedades científicas más allá de su deber gremial y el cuidado para que su quehacer fuese siempre en los marcos de pulcritud y seriedad.
Su permanente lucha por lograr la transformación de los Colegios Profesionales en instituciones de carácter público para permitir su obligación de admisión para ejercer, tarea que fue unánimemente respaldada por otras profesiones para tener también potestad ética.
Su estricta norma con departamentos de ética de eficiencia y honradez de cada uno de sus miembros que le han dado confianza a quienes fueron juzgados, sobre todo en los últimos tiempos después de la relajación de las conductas de la sociedad en su conjunto.
Su permanente compromiso con las políticas públicas frente a las emergencias de salud o pandemias que requerían nuestra presencia profesional o institucional. Hoy distintos tiempos y urgencias, pero la misma conducta.
La defensa de los médicos frente a la judicialización de la profesión o frente a las organizaciones empresariales, estatales o de mayor avidez como las Isapres que aún no se reforman.
Pero también hay tareas pendientes frente a un mundo o una sociedad que ha cambiado radicalmente sus valores, las técnicas médico-quirúrgicas, las exigencias éticas, las relaciones humanas.
Valores como la amistad, desprendimiento, gratuidad, respeto por la palabra empeñada, conciencia del deber comunitario de los poseedores de grupos más ilustrados o de mayores recursos económicos no son parte de la cultura general y se han transformado en “rara avis” aún en nuestra alma mater.
No se puede medir nuestro quehacer con valores y reglas de antaño, pero el rotundo fracaso de la pos modernidad nos obliga a repensar nuestras utopías para los próximos años.
Hoy recordamos a los que dieron su vida por nuestra profesión y nuestro colegio y de todos los partidos políticos y de la reafirmación solidaria de la medicina, digna manera de vivir decente y jamás la avaricia para enriquecerse.
En lo personal sólo gratitud por los honores que me entregaron y las responsabilidades que me permitieron entre tantos colegas valiosos y maestros que nos formaron.
Nunca sabremos cuántos nuevos aniversarios celebraremos, pero mantengo la fe en el futuro de nuestro Chile.
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