Co-escrita con Giovanni Vecchio, profesor del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC
En Chile, la electromovilidad avanza silenciosamente también sobre rieles. Es un gran momento para los trenes del país: en toda la red de EFE, los pasajeros han aumentado en 25,6% en el primer semestre 2023; a fines de abril han llegado al país los trenes más rápidos de Sudamérica para el recorrido Santiago-Chillán en tan solo 3 horas y 40 minutos, que funcionan con electricidad y diesel; en la última Cuenta Pública, el Presidente Gabriel Boric ha anunciado la activación de tres nuevos servicios pasajeros de cercanías entre Maule (entre Curicó y Linares), La Araucanía (entre Temuco y Pitrufquén) y Los Lagos (entre Llanquihue y Puerto Montt), mientras avanzan las obras para nuevos trenes de cercanía alrededor de Santiago.
Los trenes vuelven a conectar Chile pero, a pesar de esto, las estrategias vigentes para la electromovilidad en Chile no toman en cuenta los trenes. La Estrategia Nacional de Electromovilidad elaborada por el Ministerio de Energía en 2021 menciona transporte público urbano, vehículos livianos, camiones, buses interurbanos y hasta maquinaria industrial. Los avances han sido notables, sin duda. Hoy en día, hay más de 6.000 automóviles eléctricos en Chile y más de 1.300 buses solo en Santiago, que se espera pronto llegarán a regiones. Los puntos públicos de carga son más de 600 en todo el país. Y la transición está involucrando también taxis y colectivos eléctricos, en Santiago y regiones. Los avances han involucrado solo el transporte vehicular, que sin duda es el mayor responsable de la contaminación emitida por el sector transporte, pero que además genera otras externalidades, como congestión y ocupación de buena parte del espacio público de las ciudades.
Es necesario que también los trenes entren más explícitamente en las estrategias de Chile para la transición energética, fortaleciendo su rol como un medio eficiente en el transporte de pasajeros y para el medio ambiente. Ya hoy, el aporte que hacen moviendo pasajeros en las áreas metropolitanas de Santiago, Valparaíso y Concepción es esencial. A futuro, la contribución puede ser aún más relevante. Se estima que solo los trenes a Melipilla y Batuco transportarán 90 millones de pasajeros al año, sin contar la carga que podría movilizarse en tren. No todos los trenes pueden ser eléctricos, es cierto: no es necesario electrificar líneas por donde pasen pocos trenes al día o líneas patrimoniales, como el ramal Talca-Constitución. Pero entre Valparaíso y Puerto Montt, parte de la espina dorsal del país, la infraestructura ya existe, permitiendo electrificar las líneas actuales a medida que vaya aumentando el número de trenes que transitan por ellas.
Si la estrategia de electromovilidad se limita solo a los autos particulares, buses o camiones eléctricos, tal vez tendremos ciudades menos contaminadas, pero igualmente congestionadas. Fomentar el transporte de carga y pasajeros con trenes eléctricos puede reducir la contaminación de material particulado producida por el transporte, las emisiones de CO2 y el número de vehículos en circulación por las calles, aportando a limitar los tiempos de viaje y mejorar la calidad de espacios públicos a menudo dominados por los vehículos.
Los trenes son una forma de electromovilidad que además puede aportar a un desarrollo territorial más equilibrado y sustentable, reduciendo la dependencia del auto en las zonas más periféricas de las áreas metropolitanas, así como en las muchas ciudades intermedias a lo largo del país. Chile ya está en un buen camino en su transición hacia una movilidad más sustentable y limpia, pero este camino puede y debe hacerse también con el tren.
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