Hace aproximadamente dos semanas conocimos la primera encuesta nacional sobre colaboración social, realizada por Feedback, junto a Pacto Social y la Cámara Chilena de la Construcción, la cual nos permitió acercarnos al grado de disposición que tenemos las y los chilenos para resolver desafíos en común.
Y los resultados no fueron alentadores. Pese a que tenemos cierta fama de solidarios, ganada internacionalmente en momentos puntuales como la Teletón o nuestra reacción frente las catástrofes naturales que cada cierto tiempo nos toca vivir, la encuesta nos mostró una cara muy distinta. Y es que al parecer nuestra solidaridad es más individual que colectiva. Una cifra bastante decidora es que apenas 24% de las y los encuestados cree que optamos por la colaboración para resolver problemas comunes, mientras que más de 70% considera que preferimos el reclamo o simplemente la indiferencia.
Las cifras también dan cuenta de otra realidad, y es lo poco que confiamos en nuestras relaciones colectivas. Resulta dramático que solo 2% considere que las personas cumplen lo acordado y siguen las reglas cuando enfrentan problemas comunes.
Sin embargo, debemos reconocer que estos resultados reflejan bastante bien una inquietud que desde la Secretaría Ejecutiva de Condominios del Ministerio de Vivienda y Urbanismo nos ha tocado escuchar a lo largo del país en cada uno de los talleres que desarrollamos para comunidades y dirigentes sociales que habitan en condominios: "Se reclama mucho, pero se participa poco". Llegar a acuerdos y entregar parte de nuestro tiempo a los temas colectivos no es una tarea sencilla, incluso tratándose de temas que nos atañen directamente como lo es la convivencia entre vecinos.
Por eso, desde el Ministerio de Vivienda y Urbanismo estamos propiciando que nuestras políticas vayan más allá de lo constructivo y fortalezcan una cultura de colaboración en los espacios comunes.
La vida en condominio transforma la convivencia social. Y viceversa. Una mejor convivencia social nos ayudará a una vida en comunidad más armoniosa. Poner atención especial a este fenómeno nos obliga a pensar distinto cómo compartir la vida comunitaria.
La Ley de Copropiedad Inmobiliaria 21.442, que deroga la Ley 19.537, viene a actualizar muchos aspectos de esta vida en convivencia. Sin embargo, si primero no propiciamos la comprensión de que el habitar es una tarea que requiere la participación de todas y todos, la normativa pierde el sentido que fortalece la participación y la opción de reclamar será la opción más sencilla frente a nuestros problemas.
Desde el ministerio, a noviembre lo promovemos como el "Mes de las Ciudades Justas", desde ahí que aprovecharemos cada oportunidad para alentar la colaboración y alianzas en torno a la copropiedad con todos aquellos actores que quieran sumarse.
En ese sentido, y tal como la columna anterior(1), el llamado es a discutir la idea de integrar estas materias en la formación escolar, porque en momentos de fragilidad social, podemos sentirnos más seguros y enfrentar juntos escenarios adversos mediante la participación y construcción de ciudades más democráticas y justas. Más allá de una mirada desde la institución particular, debemos tener una visión de Estado, con propuestas audaces y soluciones de mayor escala y cobertura, capaces de generar una seguridad efectiva para nuestra convivencia.
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