El Congreso Nacional ha despachado esta semana el proyecto de ley que establece el Estatuto chileno Antártico. Este robusto cuerpo legal tiene dos objetivos centrales: impulsar un régimen antártico efectivo para Chile, a partir del Tratado Antártico de 1959 (del que nuestro país es uno de los 12 firmantes originales), y adecuar nuestras normas internas en materia antártica. Sin embargo, este Estatuto tiene mayores implicancias para nuestro país.
En un escenario de cambio climático y escasez de recursos, y mientras el Ártico se derrite dramáticamente, la Antártica es un territorio de interés para el mundo y las potencias, considerando que mientras el Ártico es un océano congelado, la Antártica es un continente, con el 90% de los hielos del planeta, constituyendo así una riquísima reserva de agua dulce y minerales.
Por ello, hay quienes plantean que el interés en la Antártica aumentará los próximos años.
Prueba de ello es la “propuesta” formulada por Estados Unidos hace algún tiempo para comprar Groenlandia, territorio contiguo al Ártico, anticipo de lo que podrá seguir sucediendo.
Del mismo modo debe entenderse la reanudación de actividades por parte de Rusia en su territorio antártico luego de 30 años, realizando levantamientos hidrográficos de minerales y construyendo bases aéreas, así como la exploración de minerales por parte de China que, además, ejecuta el proyecto Dome A en el territorio antártico australiano con fines de observación y despliegue de señales espaciales.
En este contexto, el Estatuto chileno Antártico tiene múltiples beneficios para Chile. Junto con reafirmar nuestros derechos soberanos antárticos, robustece la institucionalidad chilena antártica que administra y realiza actividades en este territorio, junto con asegurar los recursos para ello; consagra una Política Antártica Nacional a 10 años; define las actividades que ahí se podrán realizar; promueve estándares de protección y conservación del medio ambiente antártico y subantártico; establece medidas de fiscalización; tipifica delitos y establece sanciones para quienes vulneren las obligaciones de cuidado que exige la Antártica, entre otros asuntos de vital relevancia.
Junto con lo anterior, promueve la descentralización de nuestro país y la cooperación científica, aprovechando para ello nuestra posición estratégica desde Punta Arenas, la puerta de entrada más cercana y usada del planeta para llegar a la Antártica. Es desde esta ciudad donde se deben ofrecer distintos servicios antárticos, de modo de potenciar en esta Región actividades en torno a la ciencia y el conocimiento avanzado.
El Estatuto Antártico abre oportunidades a nuestro país, como la de constituirnos en operadores digitales para la actividad científica en el continente antártico, conectándolo con fibra óptica desde Puerto Williams, impulsando así el desarrollo de la región.
Promueve el apoyo del ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación al Instituto Antártico Chileno, con el objeto de fomentar la investigación científica de universidades e institutos, permitiendo el desarrollo de ciencia y conocimiento de interés mundial desde los territorios subantártico y antártico de Chile, los cuales son laboratorios naturales únicos a nivel mundial, lo que posiciona a nuestro país como un escenario de gran interés científico.
Luego de la aprobación de este Estatuto, vale replantear la pregunta acerca de la pertinencia de reconocer constitucionalmente a la Antártica Chilena.
¿Es importante para Chile este reconocimiento, pensando en un futuro en el que diversos Estados reclamarán derechos soberanos?
A su turno, y desde una perspectiva medioambiental, el Estatuto Antártico permite contar con un cuerpo legal sobre el cual pensemos cómo Chile cooperará para la conservación sostenible de este territorio, fomentando, por ejemplo, las industrias limpias en la Región de Magallanes.
Para todo ello, la actuación coordinada a nivel internacional para la promoción de criterios sustentables de la actividad científica antártica resulta clave. En este sentido, la protección de la Antártica debe entenderse como un interés de la comunidad internacional, para lo cual Chile debe crear alianzas con otros Estados que estén en una posición geopolítica similar, sin dejar atrás nuestros legítimos intereses soberanos.
Reafirmar la importancia de la Antártica mediante este Estatuto importa reconocer el compromiso que Chile ha adoptado con su territorio, con el medio ambiente y con la conservación de los recursos de nuestro planeta.
Por ello, su aprobación por parte del Congreso Nacional define las obligaciones que tendremos en nuestro rol como Estado protagonista en la Antártica, en un contexto global de avances tecnológicos, vulnerabilidad medioambiental y de complejos desafíos geopolíticos.
Ello renueva nuestra proyección en dicho territorio en el contexto de una comunidad global en que para preservar la sostenibilidad del Continente Antártico no tenemos más oportunidades ni alternativas que cooperar mutuamente.
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