Por estos días se conmemora un nuevo aniversario de la matanza de la Escuela Santa María de Iquique. El 21 de diciembre de 1907 fuerzas militares dispararon contra una multitud de obreros en huelga que se encontraban en dicho recinto y en la plaza que estaba al frente. La cantidad exacta de víctimas nunca se supo y las estimaciones oscilan entre unas pocas decenas y varios miles. Esta historia permaneció relativamente olvidada durante sesenta años hasta que el músico iquiqueño Luis Advis compuso su famosa Cantata, alcanzando gran reconocimiento no solo por la indudable calidad musical y lo innovador de la obra sino también por los hechos que denunció.
Sin embargo, debemos tener presente que esta masacre no se trató de un hecho aislado. Antes y después de esa fatídica jornada, se produjeron varias matanzas de obreros del salitre que exigían mejores condiciones de trabajo, fin a los castigos físicos, facilidades para estudiar e incluso peticiones tan “audaces” como una vara y una balanza para confrontar los pesos y medidas de la pulpería.
Oficinas como San Gregorio (1921), La Coruña y Marusia (ambas en 1925) fueron asaltadas por el Ejército de Chile que asesinó a los obreros en huelga y a sus familias. Exceptuando el caso de Marusia (descrita por la novela de Patricio Manns y la película de Miguel Littin), no existen obras de impacto que recuerden a las víctimas de estos hechos.
Ampliando el espectro, tampoco hay muchas obras que recuerden la pacificación de la Araucanía (fines del siglo XIX) ni la masacre de Valparaíso de 1903, donde las fuerzas armadas reprimieron a los obreros portuarios, ni los fusilamientos en el mismo puerto contra ciudadanos hambrientos tras el terremoto de 1906, o la matanza de la plaza Colón en Antofagasta, también en 1906.
Tampoco el asalto a la Federación Obrera de Magallanes en Punta Arenas en 1920, ni la represión al alzamiento mapuche en Ranquil en 1938, ni las muertes en la población José María Caro en noviembre de 1962, ni la de El Salvador en marzo de 1966.
Estas víctimas han sido injustamente olvidadas y no han tenido el honor de ser recordadas por alguna obra de la magnitud de la Cantata Santa María, pero no por eso deben pasar a segundo plano.
En relación a recordar a los caídos algunos sectores han criticado al Museo de la Memoria aduciendo que contaría “solo una parte de la historia”, o que requiere de “contextualización”.
Bueno pues, obras como la interpretada por Quilapayún nos entregan un contexto a las atrocidades cometidas durante la dictadura. Esto es, una larga tradición de nuestras fuerzas armadas de defender siempre al mismo sector social y disparar contra trabajadores que luchan por sus derechos, como aquí hemos enunciado. Quizás mañana o pasado o bien en un tiempo más, la historia que han escuchado de nuevo sucederá.
Es Chile un país tan largo, mil cosas pueden pasar.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado