La esperanza de Rosa María Payá

El senador Ignacio Walker y el diputado Jorge Burgos, presidente y vicepresidente de la DC respectivamente, llevaron el 17 de diciembre una carta a la embajada de Cuba en Santiago, en la que pidieron que el gobierno cubano reconsidere su decisión de prohibir que Rosa María Payá pueda viajar a Chile para cursar un diplomado en la Universidad Miguel de Cervantes. Ella es hija del líder socialcristiano Oswaldo Payá, que falleció en un accidente automovilístico en julio de 2012.

Los dirigentes de la DC tenían la intención de poner la carta en manos de la embajadora de Cuba, Ileana Díaz-Argüelles, o de algún funcionario representativo, pero debieron conformarse con dejar la carta en el buzón de la reja, luego de que una secretaria les comunicó por citófono que no serían recibidos.

Rosa María Payá tiene 23 años, nació en La Habana, es Licenciada en Ciencias Físicas y participa en el Movimiento Cristiano Liberación, que fundó su padre. ¿Por qué el régimen no le ha permitido viajar? Quizás la respuesta está en el artículo “Donde hay alma hay esperanza”, que ella publicó el 27 de noviembre en un blog adscrito al sitio web español www.intereconomia.com. Allí expresó:

“Vivo en un país con una tendencia patológica al desaliento. No es culpa de nadie en particular. Un régimen totalitario y 53 años de doctrina del odio sumen a las personas en un estado de decepción del cual todos somos víctimas y cómplices. Mas, lo único absoluto en mi patria es el poder al que un grupo en vano se aferra desesperada y perversamente. Estoy convencida, el mayor de los peligros para este régimen es la esperanza.

Esa que nos conecta con el futuro y nos permite poner en tela de juicio la perpetuidad del orden de las cosas.

(…) En esta isla poblada por nuestras almas, enfermas de miedo y de inmovilismo, pero almas al fin, puede ocurrirle a cualquiera. Tengas 20 o 70 años, seas miembro del Partido Comunista (único legal desde hace décadas) o estés tratando de salir del país. Una palabra, un gesto, una muerte, una vida, un evento, una historia, pueden hacerte despertar. He visto, por ejemplo, cómo la represión ejercida para silenciar provoca el efecto contrario. La injusticia se vuelve motivación de lucha en el corazón y la palabra del oprimido, y lo que es aún más subversivo, conmueve al otro que observaba de lejos y con la ventana entreabierta”.

Tiene razón Rosa María: la esperanza es una amenaza para la tiranía, pues hace retroceder el temor y fortalece moralmente a quienes luchan por la libertad. Ella desea ver, por supuesto, la Cuba liberada que no alcanzó a ver su padre.

Hace poco, el régimen de La Habana anunció que iban a terminarse las restricciones para que los cubanos entren y salgan de la isla, pero fue solo un recurso propagandístico. Yoani Sánchez ha intentado viajar al exterior en varias ocasiones, pero no lo ha conseguido. El control principal, ha denunciado ella, se produce a través de la discriminación en la entrega de pasaportes.

El caso de Rosa María confirma el desprecio del régimen de los hermanos Castro por los derechos fundamentales de las personas. Pese a ello, algunos amigos chilenos de dicho régimen han enarbolado el principio de no intervención e incluso aludido a “la legalidad interna” que validaría esa arbitrariedad.

El malentendido acerca de lo que representa el régimen de La Habana ha durado demasiado tiempo. Se trata de una oligarquía que gobierna con poderes absolutos en nombre del pueblo, pero sin el pueblo. Fidel Castro, de 86 años, y su hermano Raúl, de 81, son los representantes de un régimen conservador y represivo, cuya gastada retórica revolucionaria ya no puede ocultar la bancarrota del proyecto que han sostenido por más de medio siglo con el nombre de “socialismo”.

En el terreno económico, el fracaso ha sido reconocido por el propio Raúl Castro para justificar ciertos cambios pro-mercado que, en todo caso, no han logrado atenuar la profunda crisis causada por el estatismo depredador.

La dictadura cubana es un régimen arcaico, que va contra la corriente mundial a favor de la libertad de expresión y la participación ciudadana.

Sus veteranos líderes solo tratan de demorar lo más posible la apertura política y la democratización que necesita la isla. Pero los cambios de fondo tendrán que llegar, y será mejor para todos si son el fruto de grandes consensos.

Por desgracia, en América Latina sigue predominando una actitud complaciente hacia el régimen castrista, de silenciamiento de sus abusos, cuando no de connivencia.

Ello es particularmente escandaloso en el campo de la centroizquierda, que debería dar un ejemplo de compromiso con la cultura de los derechos humanos. A estas alturas, debería estar claro que lo más parecido a una dictadura de derecha es una dictadura de izquierda, y viceversa.

Entre los grupos opositores que actúan dentro de Cuba en los espacios de libertad conquistados, hay liberales, democratacristianos, socialdemócratas, etc. Todos ellos quieren una Constitución que proteja las garantías individuales, el fin de las persecuciones y, naturalmente, elecciones libres. ¡Cómo no apoyar el derecho de los cubanos a elegir a sus gobernantes!

El 1 de enero se cumplen 54 años de la dictadura en Cuba. Qué valioso sería que el pueblo cubano sintiera que los demócratas chilenos solidarizan resueltamente con su anhelo de vivir en libertad.

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