Tras la negativa del Gobierno a la concreción del proyecto minero Dominga en la región de Coquimbo, se hizo presente la necesidad de un plan gubernamental para revertir el más de 10% de cesantía que hay en la comuna de La Higuera y el 7,8% de desocupación regional, la segunda más alta del país.
Suponemos que el Comité de Ministros tuvo a la vista dentro de los antecedentes, los potenciales puestos de empleo que se podrían producir al materializarse este proyecto de respetar, claro está, la normativa de impacto ambiental.
Y es que ante la premura, que quedó en evidencia, de cumplir con el paso siguiente en este proceso, no somos pocos los que creemos que la institucionalidad medioambiental no está siendo suficientemente validada al tomar decisiones que no se explican desde el punto de vista técnico. Si Dominga tenía la aprobación del organismo que certifica la viabilidad medioambiental de la iniciativa, que es el SEA, entonces no se entiende que el comité de ministros tenga una opinión diametralmente opuesta.
Algo no cuadra. Pero más allá de si es Dominga, otros proyectos mineros u otros proyectos energéticos, lo que tenemos que resolver es cómo permitimos que las regiones más afectadas por problemas de desempleo y crecimiento, puedan optar también a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
La gente de la región de Coquimbo, debe hacer grandes esfuerzos por permanecer en sus pueblos y localidades, muchas veces con problemas estructurales de sequía o de poco acceso a elementos tan fundamentales como agua potable para consumo humano.
Si no es una sequía, son lluvias catastróficas. Si no es la falta de servicios, son los problemas de conectividad. La calidad de vida de los habitantes de la región, salvo la Serena, está por debajo de la media nacional y eso se sigue agravando cuando no hay empleo, no hay desarrollo y no hay incentivos a la inversión.
Las reglas deben ser claras y si no lo están, hay que aclararlas más. En lo personal no me interesa el proyecto A o B, lo que me preocupa es que gente de mi región - en la que nací y crecí - tenga las mismas oportunidades de surgir que las que viven en otros lugares de Chile que tienen empleo y desarrollo. Es fácil oponerse a todo desde la comodidad de una casa con todos los servicios que trae la modernidad, pero la vida se ve distinta desde territorios en donde no hay empleo, poca conectividad o agua potable incluso.
Ningún proyecto de desarrollo industrial va a tener impacto cero y es entendible que existan detractores y gente a favor, pero para eso están los organismos encargados de certificar desde una mirada técnica, si se cumplen las exigencias de la ley en materia de impacto ambiental. Pero es irracional pensar que el crecimiento es incompatible con el cuidado del entorno, pues eso hipoteca desde ya el desarrollo, no sólo de las comunas de la región de Coquimbo, sino que el del país entero.
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