Varios hechos que se han conocido en estos primeros meses de 2021 han sembrado una llamada de alerta en materia de libertad de información y de expresión, asunto que inquieta especialmente al Colegio de Periodistas, pero que debiera ser motivo de preocupación de todos los sectores democráticos.
En efecto, en el último tiempo hay noticias que en su conjunto debieran alarmar. Según el Observatorio del Derecho a la Comunicación, durante 2020 se registraron 105 casos de detenciones y agresiones a la prensa, mientras que en los tres primeros meses de este año ya hay 60 casos, superando el 50% del total de 2020.
El Colegio de Periodistas ha denunciado obstáculos al trabajo de la prensa en zonas en cuarentena. El último instructivo gubernamental limita el desplazamiento y permiso respectivo, impidiendo el trabajo de reporteros freelance y medios de comunicación independientes que tras el estallido social aumentaron su relevancia. El Gobierno parece no quererlos en las calles observando e informando a la ciudadanía.
Otro punto no menos relevante han sido los llamados telefónicos del Ejecutivo a altos directivos de medios para quejarse por el contenido de programas y/o declaraciones de sus rostros. Junto a ello, todo Chile ha podido ver a ministros cuestionando a medios de comunicación internacionales de reconocido prestigio porque han publicado notas críticas sobre el manejo de la pandemia en el país.
Resulta imperioso reflexionar sobre las reales intenciones del Gobierno al implementar medidas que coartan la libertad de expresión, bajo el supuesto interés de controlar la pandemia. Esto sólo evidencia un regresivo afán autoritario y represivo destinado a mantener el orden y, de paso, los privilegios de aquellos sectores favorecidos por el actual modelo económico.
A estas señales de alarma se agrega la denuncia sobre espionaje por parte del Ejército al periodista Mauricio Weibel y a otros cinco profesionales de la prensa, de reconocida trayectoria. Es muy grave que en democracia ocurran hechos que son habituales en regímenes dictatoriales tan criticados por la derecha en el resto del mundo y que pueden poner en peligro la democracia.
Este cuadro configura un oscuro panorama donde a veces las cosas parecen mezclarse en un gris opaco, como las restricciones a los medios independientes, y otras se tornan realmente oscuras como es el caso del seguimiento a Weibel, autorizado judicialmente bajo engaño.
¿Por qué es importante todo esto? Porque la libertad de expresión y el derecho a informar y a recibir información constituyen un pilar fundamental de la arquitectura de toda democracia moderna. Es fundamental aunar todas las voces para terminar con restricciones, seguimientos y presiones que solo conducen a socavar el acceso de la ciudadanía a una información fidedigna, requisito indispensable para poder decidir libremente.
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