En la DC nadie es más grande que el partido mismo

Mariano Ruiz-Esquide
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En medio de una situación política confusa que ha tenido consecuencias en su desprestigio a niveles desconocidos en el pasado, la situación de la Democracias Cristiana ha sido lo más notorio.

Una controversia interna con la renuncia de militantes importantes y con un modo que ha roto lo más preciado de nuestra historia: el respeto por la institucionalidad en las palabras de Tomic, "en nuestro partido nadie es más grande que el partido mismo".

Nos avergüenza la forma en que se ha llevado y traído la lucha por la Dirección del Partido con una nueva fórmula no conocida en nuestros viejos años: anunciar la renuncia pero señalar que "están reflexionando" como en semejanza con los dichos ex cátedra del Papado. Otros llenos de soberbia se abren a recibir a todos pero no dan espacio para la unidad en la Presidencia que tanto requerimos y finalmente no se ve otra argumentación que la izquierdización de la DC.

Sólo algunos elementos para el debate ¿es real lo que se reclama? Creo que no. Me atengo a la vieja conclusión de Ortega y Gasset al decir que las Instituciones se destruyen cuando se desculturizan, es decir, pierden el sentido fundacional. Señalo con fuerza que la Falange, el legado socialcritiano, los miles de documentos, la acción del gobierno de Frei Montalba y las leyes más pertinentes de la DC en 50 años fueron de vanguardia, de comunitariedad, de ruptura con el "capitalismo salvaje". No camaradas. Están equivocados los que se van si aducen esta razón.

Por eso con 60 años de militancia les ruego que no destruyan el Partido o bien den las razones verdaderas de la renuncia por subalternas que sean. Las recibiremos igual porque han sido camaradas de una vida y si persisten nunca más desprestigien a nuestra causa y casa común. "No es de nuestros señorío echar piedras al río que va regando mi huerto", que ha sido también el de ellos.

Pero la historia es más rica aún. Cuatro veces se ha quebrado el Partido, la formación del Mapu, la de la Izquierda Cristiana, el éxodo de Adolfo Zaldívar y de un partido ya perdido. Todos se fueron por razones de fondo y en modo respetuoso. Pero también todos perdieron toda presencia política al pronto correr de los años y el Partido perduró.

Les hablo así a mis camaradas y a la multitud de independientes que nos acompañan.

El Partido no morirá ni se destruirá. No se evaporará, ni dejará de ser un referente de la política chilena. Algunos se irán. Ojalá desistan porque los queremos con nosotros. Pero si lo hacen no ofendan en su lenguaje.

 A los que nos quedaremos les pido que tengan fe en el futuro.

Con ideas claras.

Con el corazón ardiente.

Con el testimonio ético.

Con la amistad cívica de nuestro pueblo.

Con las manos limpias.

Que aquel o aquella que dirija el partido tiene la responsabilidad de conducirnos en ese marco.

Pudimos resolver temas mayores, ahora superaremos el presente con unidad en la diversidad y la fraternidad de todos.

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