La Moneda. 10 A.M.
En el segundo piso del Palacio se encuentran corriendo de un lado a otro y la oficina de partes está atiborrada de cartas, la gran mayoría de la señora Juanita que van dirigidas a la Presidencia, las que no han tenido respuestas en estos últimos diez años. El ambiente está denso, porque se sabe que se encuentran en medio de una tormenta pero que nadie puede predecir hasta cuándo o cómo se saldrá de ella.
Se habla de una crisis, aunque algunos economistas no ven muchos parámetros que lo indiquen, salvo un crecimiento pobre, un desempleo estancado, el nivel de sueldos que no aumenta y la inflación que se encuentra dentro de rangos normales. “Tenemos algo a favor” dicen cruzando la calle en el ministerio de Hacienda. Las AFP por ahora mejor dejarlas en carpeta.
En el Patio de Los Naranjos se toman la cabeza a dos manos pensando “¿y quién le aconsejó a la Presidenta que saliera del país en este momento?” Al parecer alguno de sus consejeros le indicó que era un momento oportuno, que se tomara un relajo, que el resultado de las elecciones municipales no era tan malo, ya que depende de las personas si van a votar o no y por ende no es nada en contra de su persona.
“Hay que salir más a terreno” aconsejan algunos. Además, el conflicto de los trabajadores fiscales se resolvería solo, que es cosa de tiempo. Alguien respondió a regañadientes, “ella dijo que seguiría su corazonada”. En Palacio ya saben que significa eso.
El resultado de las Municipales fue pésimo, tanto en número de votantes y en número de alcaldes electos para el pacto gobernante. Tampoco salió bien parada la coalición opositora, más de un 65% de abstención no es festejo para nadie. Nadie debió haber celebrado con espumante ni hacer reuniones de felicitaciones en casas de ex presidentes.
Por otra parte, el conflicto de los trabajadores fiscales no se ha resuelto solo y tampoco parece ir en acercamiento, aunque claro, todos sabemos que va a terminar, todo lo que comienza, termina. El problema es la fecha y en qué forma. Para la Presidencia no es de vida o muerte la resolución de este conflicto, pero sí para las personas que estaban esperando una operación, una interconsulta de especialidad, la recolección de la basura, la carga de perecederos que no llegó a destino o la entrega de cuerpos en la morgue.
También es determinante, para bien o para mal, para la Nueva Mayoría que vive su peor momento (¿tuvo un buen momento?) porque esta no resolución del conflicto le pasará la cuenta a los partidos políticos del pacto de gobierno. Bachelet se irá en poco más de un año pero ellos quedarán, y lo más probable siendo oposición, con la cara llena de vergüenza y mirando hacia el piso, porque el Gobierno no es capaz de poner paños fríos a una situación que no se le ve solución y ellos pueden proponer soluciones pero con poco margen de maniobra.
La tozudez, los presentimientos, las corazonadas y esperar que el calendario pase en este caso no sirven. En Palacio prenden sahumerios y palos santos para que alguien llegue a salvarlos, porque claramente el barco se está hundiendo, quedarán trozos de este, cual Titanic que se hunde, pero que no será más que un hermoso recuerdo de un viaje gigantesco, nunca antes hecho por el hombre, pero que por la ansiedad y autismo del capitán de no querer ver los icebergs del océano, terminó dañando el barco, perforando la cubierta, causándole graves heridas a la sala de máquinas y dejándolo en las profundidades de las buenas intenciones.
Hay personas en Palacio que tienen los salvavidas comprados. Otros, no.
La señora Juanita sigue esperando las respuestas a sus cartas.
Usted siga esperando a que se termine el paro, verá como todo volverá a la normalidad.
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