Cáncer en Chile: una vez más, la salud de los chilenos enfrenta el lobby del tabaco

  • Columna co-esrita con Guillermo Paraje, investigador, Ph.D en Economía

 

La noticia más importante en torno al cáncer no es el habernos enterado que el convencional constituyente Rodrigo Rojas no padecía esta enfermedad. La noticia más importante no ha sido titular en ningún diario y es el inicio de la discusión de la ley de tabaco en la comisión de Agricultura, a la cual el Gobierno –acertadamente- ha puesto urgencia.

Hoy en día somos el país con más fumadores en Latinoamérica (34% de los mayores de 15 años fuma). El tabaco mata a 52 chilenos todos los días y es la principal causa de cáncer en el país. Esto no sale gratis. Se estima que Chile gasta 1,7% del PIB en los costos directos e indirectos asociados a fumar. Tres veces lo que se gasta en ciencia y tecnología. El pago de impuestos no es ningún consuelo. El Estado apenas recupera 70% de lo gastado en atender a pacientes con complicaciones de salud por fumar.

La legislación en trámite propone simplemente adecuar nuestras leyes al convenio marco de control del tabaco, firmado por Chile en la Organización Mundial de la Salud, y ratificado por el Congreso el año 2005. Dentro de las medidas propuestas se incluye el establecimiento de cajetillas genéricas (sin colores específicos por marca) similar a Australia y Uruguay, y la venta de cigarrillos bajo el mesón (sin vista directa a público), al igual que en el Reino Unido. Ambas medidas son de demostrada eficacia en reducir consumo de tabaco, especialmente en menores. En forma adicional, se establece la prohibición de fumar en playas, donde hoy, las colillas de cigarrillo son el principal contaminante del borde costero. Crucialmente, se prohíbe el uso de aditivos y saborizantes, utilizados para atraer sobre todo a niñas y niños: Chile es hoy el país con mayor penetración de mercado de cigarrillos "clicks" en el mundo.

El trámite del proyecto no ha sido fácil y la subsecretaria Paula Daza se enfrenta a un poderoso lobby. El proyecto fue rápidamente aprobado en la comisión de Salud, pero lleva tres años detenido en la comisión de Agricultura, lo cual no es sorpresa: dentro de los dueños de plantaciones de tabaco se encuentra el actual diputado de la comisión de Agricultura y ex presidente de la misma Ramón Barros, durante cuyo mandato el proyecto de ley de tabaco jamás fue puesto en tabla para discusión.

El diputado Barros ha sido tan ferviente opositor a esta ley que recientemente ha llegado a sostener que establecer cajetillas genéricas amenazaría el "desarrollo artístico de marcas".

No obstante, lo que realmente está en juego en el debate legislativo es la salud de los chilenos, puesta en la balanza frente a los intereses de un pequeño grupo de agricultores. El cultivo de tabaco en Chile es un negocio muy pequeño, lucrativo sólo para los dueños de plantaciones. En la Región del Maule, donde se encuentran los mayores cultivos, el tabaco corresponde al 0,06% del total de tierras destinadas a la producción. Más aún, se trata de un trabajo altamente mecanizado, que contrata a muy pocas personas (aproximadamente 1.700, equivalente al número total de chilenos que mueren por fumar cada 33 días). Más aún, es un negocio donde el único comprador es British Tobacco y 80% de quienes lo cultivan plantan al mismo tiempo otra cosa, y podrían por ello, con apoyo del Gobierno, fácilmente reconvertirse a otro cultivo.

Es de esperar entonces que el lobby de la industria del tabaco, a través de los agricultores, no sea el obstáculo para aprobar una ley con el potencial de salvar miles de vidas y ahorrar millones a todos los contribuyentes. El proyecto de ley de tabaco es una legislación clave, y leyes que promuevan mejores tratamientos o diagnóstico del cáncer, terminarán siendo letra muerta, sino actuamos en el origen del problema: el tabaco. No dejemos pasar la oportunidad.

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