El ministro de Salud, Emilio Santelices, dio cuenta en la Cámara de Diputados sobre la realidad del Sida en Chile. Y la verdad es que me parece preocupante, ya que Santelices citando datos de ONUSIDA, indicó que mientras las cifras globales arrojan una reducción del contagio, en Chile este va en aumento. En efecto, en el 2017 se produjeron casi el doble de contagios que en 2010 confirmando que como sociedad hemos fracasado en la lucha contra este síndrome.
En Chile aproximadamente 70 mil personas viven con el VIH, un virus que no sólo trae consigo una enfermedad física, sino que trae aparejado discriminación y soledad, pues, al estar ligada a la actividad sexual muestra - que a pesar de las apariencias - nuestra sociedad sigue siendo tremendamente conservadora, lo cual se refleja en la tenaz oposición, por parte de gran parte de la población, a contar con una educación sexual acorde a los tiempos y que tenga como finalidad frenar el Sida en nuestro territorio.
La historia oficial nos dice que el primer caso de contagio de VIH data de 1989 en la República Democrática del Congo y que inmediatamente se asoció a la homosexualidad, ya que si bien el virus ataca a hombres y mujeres por igual, intencionadamente se asoció este “extraño cáncer” a la homosexualidad, pues los infectados en su comienzo pertenecieron mayormente a este sector de la población, que al mismo tiempo era discriminada y estigmatizada.
Esto implicó que el hecho de ser diagnosticado como portador de sida no sólo significaba ser sentenciado a muerte, sino que era convertirse en un paria, anatema, un excluido y ser abandonado incluso por su propia familia.
Lo anterior se reflejó en que al SIDA se le conoció por muchos años como el “cáncer gay”, el “cáncer rosa” o la enfermedad “rara”, especialmente durante el periodo de la dictadura chilena.
En este caso, no debemos olvidar que gobernaba un dictador que asoció el sida a lo pecaminoso, a algo subterráneo e inmoral y utilizó para esto los medios de comunicación. Para muestra un botón, “las Últimas Noticias”, tituló en 1984 “Murió el paciente del cáncer gay chileno” al referirse a la primera muerte en nuestro país debido al virus.
Hoy a más de 35 años de la primera muerte por SIDA, la realidad indica que hemos fracasado y según la opinión de expertos, este fracaso se debe a la interacción de diferentes factores.
a) La reducción de la mortalidad en los pacientes que contraen el virus y el hecho de que, con la medicación adecuada, pueden eventualmente llevar una vida relativamente normal tendría el efecto de reducción de la percepción de riesgo al contagio.
b) La inexperiencia y el carácter temerario de la juventud, ya que, de acuerdo al ministro de Salud son el rango etáreo que más contrae el VIH. Es así, como el 66% de los infectados tiene menos de 25 años.
c) La ausencia de políticas públicas agresivas en cuanto a difusión y prevención del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual y que las existentes mantienen un tono conservador y poco acorde a las nuevas realidades.
De acuerdo a esta premisa, estos factores nos llevarían al siguiente círculo vicioso: a menor difusión de políticas preventivas, menor percepción de riesgo y por consiguiente, un aumento de las conductas sexuales riesgosas y finalmente un aumento en el número de contagios.
Como representante de la ciudadanía estoy convencido que una campaña preventiva eficaz no debe estar basada ni en enfoques religiosos, ni éticos, ni morales.
Debe responder sólo a un prisma sanitario basado en la realidad chilena actual, que - a pesar de su conservadurismo - ha mostrado que los jóvenes tienen relaciones sexuales cada vez a más temprana edad, que los modelos de familia y de pareja tradicionales están quedando paulatinamente en el pasado y que hoy la sociedad chilena es más pluralista y acepta la diversidad, por lo que se necesitan políticas públicas acordes.
Para terminar quiero reafirmar mi posición: frente a la epidemia del SIDA - más allá de nuestras convicciones políticas, éticas o religiosas - tenemos un objetivo común, frenar y erradicar el Sida de nuestro país.
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